Con el auge de las tecnologías digitales la posibilidad de trabajar desde cualquier lugar ha dejado de ser eso, una posibilidad, y ha pasado a convertirse en una realidad. El problema se halla en ese equilibrio entre eficiencia y comodidad.
Cuando hablamos de trabajar remoto, pensamos casi de manera automática en trabajar desde casa. Sin embargo, es la posibilidad de trabajar desde cualquier lugar.
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Pero, seamos realistas, aunque trabajar desde un café o un Starbucks es tentador, no todos pueden permitirse comer fuera todos los días. Por ello, el hogar parece el lugar idóneo.
Ésta es la tríada con la que se asocia el teletrabajo. Cuando el trabajador puede decidir si asistir a la oficina o incluso si trabajar desde playas de arena blanca, el emprendedor encuentra su propia flexibilidad.
Porque cuando tú eres tu propio jefe, tú te pones los horarios y los lugares. Recuerda que, aunque trabajes para otra empresa como freelance, no pueden obligarte a cumplir ciertos horarios. No es una relación empleador y empleado, sino entre dos empresas.
Si trabajas con aplicaciones en la nube, no tienes ni que preocuparte de usar tu propio ordenador. Simplemente conéctate a tu cuenta y empieza a trabajar.
Por otro lado, la productividad es un aspecto que depende más de la persona en cuestión. Si bien es cierto, que una vez uno se acostumbre a la soledad del emprendedor, todo irá rodado. Menos distracciones y más centrarse en el propio trabajo.
A la larga esta independencia basada en flexibilidad y productividad hace que el autónomo esté, si no feliz, al menos más satisfecho. Esta felicidad va unida a la eficiencia y la libertad que proporciona elegir tu lugar de trabajo.
Algunos autónomos deciden viajar al tiempo que trabajan. Permanecen un mes en una ciudad distinta o trabajan desde latitudes tan distintas, por lo que, a veces es de noche cuando sus clientes les contactan.
¿Sabes qué es un nómada digital?
Cuando hablamos de espacio compartido, uno puede pensar en un coworking, pero no se trata sólo de eso.
Mucha gente elige bibliotecas y salas de lectura para trabajar. Son lugares tranquilos donde es fácil concentrarse. El problema reside en ¿qué pasa si quieres tomarte un café o tomarte un snack?
Por eso, al final muchos optan por pagar una pequeña cuota en un espacio coworking, donde otros emprendedores trabajan y hacen networking al mismo tiempo, sin necesidad de pagar el alquiler de un local.
De esta manera, no hay que preocuparse de gastos de luz e internet o incluso de dónde tomarse ese café de primera hora. Es perfecto para autónomos itinerantes.
Si no estás en la misma ciudad por mucho tiempo, puedes pagar por el tiempo que necesites.
A no ser que hayas acondicionado tu casa y tengas un despacho, siempre das una imagen más profesional cuando atiendes a tu cliente en una sala de reuniones en vez de en el salón de tu casa.
Como decíamos antes, trabajar en un lugar compartido significa no preocuparse de gastos como la luz, el agua o el internet. Pero, oye, quizás prefieres trabajar en la comodidad de tu hogar.
En ese caso, esos gastos saldrán a tu bolsillo. Sin embargo, ya lo hacían porque vivías ahí.
Pero, ¿no es injusto que tengas que pagar por ello cuando hay parte que pertenece a tu trabajo?
Desde el 1 de enero de 2018 la situación ha cambiado.
Como autónomo puedes desgravarte el 30% proporcional de los gastos destinados a la vivienda y que compartes con tu actividad.
Por tanto, cuando te das de alta en Hacienda como empresario, si tu hogar es también tu lugar de trabajo debes indicar cuántos metros cuadrados destinas a la actividad profesional.
Estos metros determinarán cuánto puedes deducirte de gastos de suministro de luz, agua, teléfono, internet, etcétera.
Existen muchos gastos que como autónomo puedes deducirte, como viajes de negocio, formación e incluso la cuota de autónomos.
A ello se suma que, al trabajar en casa, los gastos de suministro de agua, gas, luz, teléfono e internet pueden compartirse. Es decir, no necesitas tener dos líneas de internet distintas para poder desgravar lo pagado.
Como indicábamos, dependerá del espacio en la casa dedicado a tu negocio.
Usemos el siguiente ejemplo:
Ana es una front end developer. Declaró que usa un 10% del apartamento en el que vive como lugar de trabajo. Al vivir en un apartamento pequeño, el total de electricidad, agua, teléfono e internet suman 360 euros.
Como son gastos que se comparten entre la vivienda y el trabajo, no puedes desgravarte todo, sólo el 30%. Se calculará de la siguiente manera:
360 € x 10% de vivienda = 36 x 30% deducible = 10,80
En este caso, con sólo un 10% de vivienda como parte del trabajo, y con un total de 360 euros, Alberto se desgrava 10,80 euros. Recuerda, que también son los gastos de su casa.
Al trabajar desde cualquier lugar, lo ideal es que tus herramientas de trabajo se adapten a ello. Por tanto, quizás ese ordenador de sobremesa que viste el otro día no es una opción idónea, pero sí lo sea un portátil.
Por tanto, necesitarás que todo tu trabajo esté accesible. Lo ideal es mantenerlo todo en la nube. Así siempre tendrás acceso.
Un ejemplo, sería tener tus archivos en Dropbox. También, tu editor de texto y hojas de cálculo de Google Drive, o tu programa de facturación, como Debitoor. Así puedes hacer facturas donde quiera que estés.
Finalmente, las tecnologías móviles se están imponiendo al mismo tiempo que los hábitos de trabajar en remoto. Esta tendencia es clara en las aplicaciones para smartphone.
La sinergia entre la posibilidad de trabajar en cualquier parte, las medidas fiscales y las propias tecnologías móviles, hacen que el modelo de trabajo remoto sea habitual en los nuevos emprendedores generando así nuevos modelos de negocio.